RABIA

Tenía planeado el final del mundo desde mi primera noche,
como si fuera la muerte anunciada de mi mente.
Siempre fuí el pez que nadaba a contracorriente,
aquella gota de agua que corría por la ventana del coche.
Crecí furiosa, quizás demasiado,
toleré los colores simples y tristes,
taparon mi boca con una mano,
haciendo con mi voz un mal chiste.
Existo en una sucesión de hechos desordenados, 
que me condenan todos los días a organizar.
Escribo para encender mi fuego casi apagado,
que muere con cada soplo de mi tempestad.
Puedo gritar...
Quiero gritar...
Debo gritar...
pues temo que al no hacerlo descienda sin desafiarlo todo. 
No soy apacible, nunca lo fuí.
No soy agradable, lo elegí así.
Soy una tormenta ensordecedora rompiendo en otro tono.

Soy un grito visceral que hace temblar los cristales,
aquella rabia primitiva que solo existe en los animales.
No tolero más encarcelamientos de conciencia,
ya no quiero caer bajo el yugo de su decencia.
No tengo miedo, pero tampoco soy valiente.
No me separé de las cadenas de la gente.

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